¡Feliz comienzo de curso!

Un profesor de una universidad que visité hace años me pidió que me acercara adonde él estaba, y me dijo: 

—Voy a compartir contigo una frase que alguien compartió conmigo: “Sé el maestro que querrías para tus hijos”. 

—Me la guardaré, le dije. 

—Aún puedes hacer algo mejor — me contestó. Compártela. 

Haciéndole caso, así lo he hecho desde entonces. Una frase tan corta y que tiene tal peso… Educar con tanto cariño y tanta exigencia como si fueran tus hijos. 

Toca ir al lío y empezar un nuevo curso, y aunque es obvio, nunca viene mal recordar ciertas cosas, y que estas permanezcan fijas e inalterables como renglones del libro que vamos a escribir. 

Que aprendan muchas cosas, pero que sigan queriendo aprender cuando ya no estén con nosotros. 

Que miremos a la sociedad y hagamos lo posible para que esta sea mejor. Necesitamos inculcar actitudes conciliadoras, porque de la educación también depende cultivar la convivencia, la tolerancia, la escucha. 

Hablando de la escucha, que escuchemos a niños y niñas, pero que los eduquemos también para que sepan escuchar. 

Que no confundamos el deseo de que sean obedientes con que sean responsables, educados y respetuosos. Educar seres obedientes es muy peligroso, para ellos, por supuesto. 

Que los preparemos no solo para que repitan respuestas que ya esperamos, sino para que encuentren nuevos caminos. 

¡Ah! Y en un curso en el que la tecnología va a ponernos a prueba, que tengamos claro que si queremos que la IA no nos sustituya, hemos de revalorizar lo humano que llevamos dentro.

¡Muy feliz curso!

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