Los seres humanos somos complejos, y las cebras lo saben bien. Por eso la psicología social nos enseña que no debemos confundir, por ejemplo, el comportamiento puntual de alguien con su personalidad. Pongamos una cebra consejera en nuestras vidas 😉
La escuela de Monforte de Moyuela había cerrado sus puertas en 2001 por falta de alumnos. Después de muchos años y múltiples intentos, algunas familias atendieron el llamamiento del Ayuntamiento, que ofrecía empleo a nuevos pobladores, y varias parejas con niños se han asentado en el pueblo.
En Pancrudo, otro pueblo de Teruel, en cambio, la escuela ha cerrado por falta de niños. Había cuatro niños el curso pasado, pero dos de ellos han pasado al instituto y la falta de alumnado ha supuesto el cierre de su escuela. Los esfuerzos del alcalde, Julián Sancho, no han tenido recompensa. Ojalá sean solo unos meses de descanso de su escuela y renazca con fuerza para llenar de alegría y de niños las calles.
Qué modo tan bonito de empezar un nuevo curso, sabiendo que se tienen las cosas claras.
Un día elegimos este camino en el que nos encontramos con un fin noble: poner el alma para que niños y niñas puedan encontrar su lugar en el mundo y, si es posible, que contribuyan con sus actos a que ese mundo mejore.
Todos los niños y niñas tienen algo en común: son seres vulnerables. De raíz “vulnus”, que puede ser herido. La vulnerabilidad puede ser corporal. También la persona que tiene poco conocimiento es vulnerable: puede ser engañada, manipulada, adoctrinada… También existe la vulnerabilidad emocional: desde cómo reaccionamos a un estímulo a cómo afectan otras personas a nuestra dignidad. Hay contextos que hacen que unos niños sean más vulnerables que otros: a veces son contextos sociales, a veces económicos, a veces familiares… Y es bueno saber que cuando vienen a la escuela siempre, siempre vienen con una mochila que no vemos.
Si la vulnerabilidad nos afecta como adultos, en la infancia, con la falta de herramientas sociales y personales, las consecuencias se multiplican. Por eso, estando en el lugar que un día elegimos, es bueno saber que ante la vulnerabilidad es necesaria la acción, es necesaria la comprensión y es necesario el cariño. Es bueno saber que cuando más te cuesta conectar con tu alumno, con tu alumna, más bonito es el reto y mayores las recompensas. Que la escuela ha de estar al servicio de la sociedad; esto es, al servicio de los niños y niñas, y no puede haber uno solo que quede invisible, ni una sola que quede fuera. Que la escuela ha de ser el lugar que se acerque a ser lo más parecido a estar como en casa, siempre que en casa estén bien. Que la escuela no es una burbuja, que es el lugar donde también se puede aprender a vivir en sociedad y es el lugar perfecto para ayudar a las familias a educar a sus hijas, a sus hijos. Que cada uno de nosotros ha de ser guardián, poner de su parte para que las cosas mejoren. Que la misión de la escuela coincide con la de la familia: dotarlos de las mejores condiciones posibles para que puedan desarrollarse de forma íntegra. Y que vamos a buscar hasta la extenuación estrategias y conocimientos para poder ofrecerles herramientas afectivas y sociales desde las que puedan construir el resto de aprendizajes.
Qué modo tan bonito de empezar un nuevo curso, sabiendo que se tienen las cosas claras.
“No escribo raro, soy zurdo y mi mano flota sobre las palabras”, habrás dicho alguna vez si tienes más habilidad con la mano izquierda que con la derecha porque la naturaleza te ha dado ese regalo.
Hoy, 13 de agosto, es el Día Internacional de los Zurdos.
Antes de empezar este gran artículo, debéis saber que existe un pueblo llamado “Mano Zurda” (Left Hand) en West Virginia, EE.UU. ¡Qué gran nombre para un pueblo! Se dice que sólo el 10% de la población mundial son zurdos, pero ser zurdo es mucho más que usar la mano izquierda más que la derecha: ¡ser zurdo es un estilo de vida!
Cada día en la vida de un zurdo es un verdadero reto: ponerse a cortar con las tijeras; adoptar posturas inverosímiles en las sillas con paleta de la universidad; abrir una lata de atún al contrario que el resto de los humanos, ponerse a buscar el botón de la cámara de fotos…
¡Hoy es el día en que podemos reivindicar, con orgullo y satisfacción, nuestra zurdera!
Los zurdos tenemos más dificultad que los diestros en enrollar la lengua, y aunque es una actividad esencial para el discurrir normal de la vida, podemos arreglárnoslas haciéndolo algo peor.
Los zurdos no somos buenos recordando cosas, y por eso se nos tacha de despistados. ¡Qué barbaridad!
Los zurdos vemos mejor bajo el agua, algo muy útil si quieres leer mientras te duchas. Un estudio afirma que los zurdos empleamos menos tiempo haciendo fila. ¿Cómo es posible? Preguntadle a los del estudio. Otro estudio indica que el hecho de que en los zurdos el hemisferio dominante sea el derecho nos hace por lo general más creativos que los diestros, ¡aunque eso nunca puede decirlo uno mismo de uno mismo! Los zurdos lo tenemos más fácil para escribir en hebreo, por ejemplo, que se escribe de derecha a izquierda, pues no nos llevaremos toda la tinta con la mano como sucederá a los diestros, los pobres. Un dato que seguro os hace sentir afortunados si sois zurdo es que el 75% de los lémures son zurdos, y eso es una coincidencia maravillosa, ¿no creéis? Y por último, se dice que los zurdos somos más tímidos. Eso nos dota de un encanto especial: cuando nuestras mejillas se ruborizan, un mundo de posibilidades se abre, ¿o no?
Algunos zurdos que conoceréis: Henry Ford, Diane Keaton, Carol Burnett, Leonardo Da Vinci, Mark Twain, Tippi Hedren, Kurt Cobain, Paul Mc Cartney, Marilyn Monroe, Miguel Ángel, Charles Chaplin, Cary Grant, Shirley MacLaine, Martina Navratilova, o nuestro añorado Messi… Si conocéis a alguna persona zurda, felicitadle: ¡hoy es nuestro día!
En tu día a día o en el trabajo, una convivencia sana es esencial, partiendo de la capacidad humana para relacionarnos. La Inteligencia Social es aquella parte de la inteligencia relacionada con la capacidad de establecer conexiones sanas y productivas desde las que existe una co- responsabilidad. Una vez que esas conexiones se establecen de manera adecuada se garantiza el equilibrio en la convivencia, sea en la vida personal o en el ámbito laboral.
Si pudieras escoger una sola habilidad para enseñar a un niño, a una niña, ¿cuál sería? ¿A qué personaje histórico traerías a la actualidad para mejorar la sociedad? ¿Qué sentido tiene decir “Puede pero no quiere”? ¿Cómo sacar partido a la inteligencia artificial? ¿Cuál es la diferencia entre conocimiento y aprendizaje?
Conversación con Óscar Mozo, componente de Be-skiller, en la que, en algo más de una hora, se desgranan temas tan importantes como qué hacer si tu hijo no encaja, qué cambiarías en la sociedad, memorizar sí o memorizar no o qué importancia tiene humanizar la educación.
Niñas, niños, maestros, maestras, madres, padres, abuelos, abuelas… Terminó el curso. Disfrutad de este verano, de cada uno de sus días de merecido descanso, y que el contagio con actitud positiva, educación, respeto y amabilidad invada las calles y empape desde los rincones más pequeños hasta las esferas más altas, ¡que buena falta hace!
Y, sobre todo, ¡que niños y niñas toquen calle y lean mucho, siempre por placer!
Niños, niñas y adolescentes pasan la mitad de su vida en un centro educativo. Este, obviamente, ha de ser un lugar en el que aprendan, pero también ha de ser, necesariamente, un entorno donde prime la convivencia respetuosa y el bienestar físico, mental y social.
Somos seres sociales, y no podemos separar el aprendizaje del individuo del entorno que lo rodea. Si para tu hijo, tu hija, ese fuera un entorno hostil, ¿qué serías capaz de hacer? ¿Cuál sería tu prioridad?
Defendamos, por encima de todas las cosas, la prioridad de que niños, niñas y adolescentes se sientan seguros en el lugar donde han de crecer como personas.
Cada progreso, por pequeño que sea, es una victoria. Supone superar obstáculos, alcanzar metas, crecer. Reconocer ese avance en otras personas aumenta su autoestima y confianza y alimenta el empeño de seguir adelante. Pero mirando hacia el crecimiento de quien valora los logros en otros, ese gesto denota aprecio y valoración. Es un signo de agradecimiento y admiración, dos cualidades humanas que urge fomentar en la sociedad. Cuando estos atributos forman parte de tu identidad, se manifiestan automáticamente y hacen más agradable la vida de los demás y la propia.
Algo sobre lo que también tenemos que reflexionar es el ritmo de vida que llevamos. No nos damos cuenta, pero en este mundo que transcurre a velocidad de vértigo los niños y niñas son la proyección de sus padres y, estos, de la sociedad. Y en ese círculo, los que lo pagan son los niños.
En una de las visitas que he realizado a las escuelas, llegaba a la vez que yo una madre. La mamá llegaba acalorada, con el abrigo a medio poner, y en una de sus manos aparecía, como una prolongación, una niña de unos cuatro años, la cual llevaba en la otra extremidad una cartera que parecía estar llena de libros. En el instante en que esta señora iba a adelantarme, con su pequeña mano la niña dio un tirón que consiguió detener a su madre, y con calma, le dijo:
Aunque nosotros los veamos como adultos (del futuro) y ellos se vean como adultos (en sus juegos), siguen siendo niños.
No podemos pretender traerlos a la adultez para que nos entiendan, porque todavía no han estado aquí. Solo los entenderemos cuando viajemos al niño o a la niña que fuimos.
Conocí a Manuel en las redes. Estas, a veces, permiten crear vínculos que en ocasiones unen más de lo que imaginamos. Intercambiamos unos cuantos mensajes, y en uno de ellos me contó su historia como padre. Me impresionó la naturalidad con que dibujaba con palabras sobre un folio los años vividos y las inquietudes por venir, y le invité a que su historia formara parte de este libro.
Si la primera vez que vi a Sergio le prometí el mundo, su diagnóstico no va a cambiar nada sobre eso. Aún tiene el mundo frente a él, y no voy a negar que haya días amargos, porque los hay. Una salida planificada para cenar en un restaurante, al cine a ver una película, quedar con amigos… truncadas porque su nivel de excitación o comportamiento inadecuado hace que tengas que salir apresuradamente y cortar con lo que estás haciendo, rodeado de miradas hirientes del resto de la gente, que sabes que están pensando “si fuera mi hijo le daba un bofetón y se acababa el problema”. Porque no hay ningún rasgo físico que pueda hacer presuponer que Sergio pueda tener problemas de comportamiento, y ante los ojos de la gente sigue siendo un niño malcriado con una pataleta. ¿Y sabes, César?, jamás hemos arrojado la toalla. Hemos vuelto a restaurantes y cines para que Sergio se fuera acostumbrando y aceptando las reglas sociales, y hoy en día, la mayor parte de los retos han sido superados. Cuando pensamos en las cosas que Sergio no puede hacer siempre añadimos mentalmente “todavía”.
Como ves, este no es un relato de superación: el autismo es de por vida. Pero es un relato de esperanza, de creer en las posibilidades y potenciarlas, de jamás arrojar la toalla, es un relato que a nosotros nos hubiera gustado leer cuando empezábamos este incierto camino, cuando costaba hasta levantar la mirada. Nos quedan años por delante y muchos retos, seguro que algunos difíciles, pero estamos convencidos de que juntos los afrontaremos y superaremos. Sus pequeños pasos son nuestros grandes triunfos.
En Ciudad de México tuve una reunión con la directora de una escuela que está consiguiendo retos muy interesantes, especialmente relacionados con la inclusión. La escuela se llama Giocosa, y ella, Maricruz. Me contó esta anécdota que seguramente nos hará reflexionar. Te reto a que averigües hacia dónde va la reflexión:
Para aprender la práctica de la escritura en los primeros cursos de Primaria suelen usarse páginas con renglones, que se distribuyen de dos en dos para que así los niños puedan escribir en línea recta, ¿recuerdas esos cuadernos? Maricruz había preparado unas líneas para que niños y niñas pudieran practicar. Entre esos niños estaba Marco.
Cuando llegó al día siguiente, de las diez líneas que debería haber escrito Marco entregó solo una. Los demás renglones aparecían vacíos.
—¿Qué tal lo he hecho? —preguntó Marco.
—¡Muy bien, cariño, te ha salido genial! Pero te faltan unos cuantos por acabar…
Marco agarró el cuaderno, lo miró, levantó la mirada hacia Maricruz y le dijo:
—Entonces, si esta línea está bien, ¿para qué necesito hacer las demás?
Marco había dado un argumento de peso, así que Maricruz le dijo que no era necesario que rellenara el resto de renglones.
El pasado jueves pasé una mañana muy chula en el IES Val Miñor de Nigrán, Pontevedra, con 150 alumnos de 1º y 2º de ESO. Durante cerca de 2 horas estuvimos realizando el taller Y ESTO, ¿PARA QUÉ? , preguntándonos todo tipo de cosas, descubriendo nuevas puertas que nos presentaban ante situaciones de la vida y solucionando retos que esta nos presenta cada día.
Tan importante es el estímulo de la curiosidad y la creatividad en lo cotidiano como el fomento del espíritu o pensamiento crítico, la práctica del respeto y la convivencia, el análisis de los valores universales y su aplicación en el día a día, el trabajo en equipo o la toma de decisiones. Todos son elementos claves en el desarrollo integral de nuestros alumnos.
Miles de gracias al ANPA de centro por compartir inquietudes y hacer posibles estos encuentros. También, a los docentes del Instituto y, muy especialmente, al equipo directivo, encabezado por Damián. Y gracias al Concello de Nigrán por apoyar la educación como lo hacen. Es significativo que tanto el alcalde, Juan González, como la concejala de Educación, Estela Pérez, estuvieran en el taller de la mañana con chicos y chicas del instituto como en la conferencia de por la tarde con los adultos.
En la acción de crear se produce el viaje desde el caos al orden y desde el orden al caos, y hay un punto en el que todo cuadra 💫 💭 ¡A por el fin de semana!
Te hablo desde el adulto que recuerda con absoluta nitidez cómo se sentía de niño con los maestros y maestras con los que aprendió a amar según qué cosas y a odiar otras.
Esos recuerdos me llevan a viajar en el tiempo, cuando era un niño, y en el espacio, a la escuela de Ainzón, mi pueblo. Allí estaba don Dionisio, frente a un atento César de ocho o nueve años que compartía pupitre con Dani, infatigable amigo que conocía como la palma de su mano en qué mes y en qué lugar nos esperaban las fresas, las cerezas o los albaricoques. Para mí siempre fue como esos expertos en mapas y localizaciones de las películas de comandos. De él me podía fiar.
Don Dionisio tenía un arte especial para mover el bigote si quería mostrar desacuerdo, y le bastaba fruncir el ceño para que no se oyera ni una mosca. Fue él quien me enseñó a sentir verdadera pasión por la lengua española, quien me animó a expresarme correctamente y a apreciar el valor de cada palabra y la fuerza de cada frase. A él le debo mis intentos continuos por hablar con propiedad y mi interés por hallar matices y aclarar conceptos.
Allí se encontraba, también, una maestra de cuyo nombre no quiero acordarme (qué bien me viene esta frase de Miguel de Cervantes). Estaba en sexto, eso no lo olvidaré jamás. Dos acontecimientos permanecen en mi memoria del año que pasé con aquella mujer, y hoy te traigo uno de ellos:
Este primero se resume en una frase, y es que consiguió hacerme odiar las matemáticas para toda la vida. Estoy seguro de que si hubiera tenido como maestra a alguien que adorara las mates, una persona que sintiera pasión por lo que hacía, esto no habría sucedido. He de decir que, bien mirado, le debo a ella mi decisión de lanzarme a las letras puras, con Latín y Griego, como escapatoria para huir de aquel martirio; y es gracias a ella, pues, que descubrí la mitología y todas las historias enrevesadas que constituyen la base de la literatura universal.
Hace unos días estuve en Tomiño, formando parte de su Semana de la Educación. Muy bueno encontrar gente con tantas ganas de compartir. Gracias, Concello de Tomiño, por vuestro compromiso con la educación y por contar conmigo. Fue un placer 🫶🏻
Coloqué las mesas en cinco grupos repartidos por la clase. Cuando entraron, les hice sentarse al azar y esperé a que cada uno tuviera su sitio.
—Vais a vivir en continentes —les dije. Y bajo su mirada atenta y ansiosa bauticé los cinco continentes: Mundo Viejuno, Nueva Zapatilla, Tierras Medias de Rancia, Panizoland y Lechugandia del Sur.
Se sentían emocionados. Enseguida crearon sus carteles y el escudo de su continente. A las pocas semanas llegó a mis manos por casualidad un regalo: me enteré de que «clandestinamente» habían estado escribiendo la historia de cada uno de esos continentes, desde el origen remoto que habían inventado para cada uno hasta las costumbres, moneda, palabras pertenecientes a la lengua vernácula y específicas del lugar… Me maravilló que los niños se sintieran niños, que estuvieran como en su casa.
Mi intención era que cambiaran de continente cada mes, para que convivieran con otras personas y se enriquecieran de la diversidad.
Si algún niño o alguna niña no obedecía la regla básica del respeto a los demás, se le invitaba a exiliarse a Creta, separando su trozo de terreno del continente. La elección de volver al continente dependía de su propia voluntad, y pasados unos días en los que el exiliado había meditado sobre el incidente, el islote volvía a formar parte de su continente originario. Solo durante una semana coincidieron tres islas: Creta, Sicilia y Elba. Durante el resto del curso no hubo ningún exiliado más.
Había preparado veintidós cargos que también rotarían cada mes mediante rifa. Se les otorgaba una función para que formaran parte de un engranaje en el que cada uno aportaría su papel en la sociedad. Algunos tenían más peso y otros eran de los que llamábamos «de barbecho», más relajados y de responsabilidad menor aunque también fundamentales, claro, como es el caso del levantapersianas. Su trascendencia llegaba a tal punto que todos esperaban ansiosos a las 9.39 de la mañana, para comprobar si había subido la persiana lo suficiente para que el sol cegara mis ojos. En ese instante, exageraba y me llevaba las manos a la cara hasta que el bajaba lo justo para liberarme de esa tortura.
Venían a gusto a clase. Formaban parte de un engranaje perfecto, veían que su colaboración y su implicación conseguían resultados que afectaban positivamente.
Una lectora experta en literatura infantil se me acercó a la mesa donde estaba firmando en La Laguna, Tenerife. Tendría unos cinco años y sus gestos decididos revelaban la seguridad de quien se ha manejado en muchas ocasiones con libros para niños. Sacó un cuento de debajo del brazo y lo puso sobre el tapete rojo.
—Quiero que me firmes a Bernardo.
—¿Cuántos años tie…?
Antes de que terminara la pregunta, la niña levantó cuatro dedos de una mano.
—Vale —le dije—. Cuéntame.
—Hoy me han puesto mi primera vacuna—. Se presionó el brazo derecho con el dedo índice e hizo un ruido con la boca. —“Pssss”.
Nos quedamos mirando a los ojos durante cuatro segundos, y entendí entonces que eso era lo que tenía que contarme. Le pregunté cómo se llamaba y comencé a firmar su ejemplar, mientras ella apoyaba su barbilla en su mano de niña.
—¿Puedo firmarte yo también? —me preguntó.
—¡Por supuesto! —Le ofrecí el boli y una de mis manos. Con mimo, escribió su nombre sobre ella y lo repasó, letra a letra.
—Así —me dijo—, ya sabrás quién soy.
No sé si escuchar es la clave en educación, pero sí es el camino hacia la comunicación y el inicio de cualquier diálogo. En el rato mínimo que pasamos juntos en el reparto de firmas se creó un vínculo entre aquella niña y yo, y si lo analizamos con detenimiento veremos que, de los dos, fue ella la que dio más información y gracias a eso pude conocerla un poco.
Valoremos la educación como el conjunto de herramientas que facilitan el desarrollo integral del ser humano: físico, intelectual, emocional y social. Será en ese momento cuando alcanzaremos el verdadero potencial de esta.
¿Te apetece un “discord” para “updatearnos”? Deja de “stalkear” a tu “crush”, que solo sube “stories” que dan “cringe”, algo “creepy” es, reconócelo, tiene muchas “red flags”. “Btw”, hablando de “business”, hagamos una quedada “random” en plan “chill” y creemos una “start up”, que hoy estoy “living” y tengo el “hype” alto. Busquemos “crowdfunding” o algún “business angel” que nos dé un “feedback” sobre “networking” y nos haga entender el “know how” para acercarnos a los circuitos “mainstream”. Seguro que cuando nos vean llegar piensan: “¡qué “swag” tienen!” Yo estoy “ready”, ¿y tú? ¿Qué te parece?
Un ejercicio necesario es promover el uso del español para poder comunicarnos. Siempre viene bien saber otro idioma, pero no olvidemos el nuestro y mimemos nuestras expresiones. Nuestra lengua permite dar matices muy ricos si profundizamos en su uso, sin hablar ya de la elegancia de emplearla como es debido.
“Simplificar: he ahí el principal secreto de la enseñanza.”, dijo Alfred Jules Émile Fouillée. Y es que, cuanto más sabe una persona, mayor habilidad ha de tener para conectar y para acercar lo difícil a lo sencillo. Educar se basa en algo que no tiene nada de innovador: el cuidado de las relaciones humanas, ponerse en el lugar de la otra persona y acompañarla hacia el aprendizaje. Y si en algo me darás la razón es en que cuanto más te cuesta conectar con tu hija o con tu alumno, más bonito es el reto y mayores las recompensas.
Ya tendrás preparada la lista de deseos para el nuevo año, y seguro que tenemos varios en común . Pero como los deseos no se cumplen solos, pongámonos traje nuevo y comencemos este año con ganas de comernos el mundo
Que disfrutéis de los vuestros estéis donde estéis. No hay tesoro más grande que el de disfrutar de las pequeñas cosas con las personas que nos quieren
Sin duda alguna, de entre todos los derechos que tienen niños y niñas, el derecho al juego es el más asociado a la infancia.
Me gustaría que aprovecháramos el Día de los Derechos de la Infancia para dar un paso adelante en nuestra contribución como garantes de esos derechos, apostando por recuperar el juego en la vida de niños y niñas. ¿Suena exagerado hablar de “recuperar el juego para la infancia”? No creo, ¿no? Cuando los adultos nos damos cuenta de que algo tiene que mejorar respecto a nuestros derechos, salimos a las calles y “luchamos por esos derechos”. Luchemos, pues, con nuestra reflexión y nuestras decisiones por los derechos de los menores que tenemos cerca y los que no tenemos tan cerca.
Según datos del estudio ‘La falta de juego en la infancia’ de la Fundación Crecer Jugando junto a AIJU, el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio, niños y niñas dedican más tiempo a las actividades extraescolares, a los deberes o a las pantallas que a jugar.
En esta era tecnológica, y asociado también al ritmo de vida que llevamos los adultos, el juego ha sido sustituido en gran medida por los dispositivos móviles que ya forman parte de nuestras vidas. Soy un gran defensor de la tecnología, ¡un friki! Es una herramienta muy importante en múltiples ámbitos, en el presente y futuro de la humanidad, y una puerta indudable hacia el entretenimiento, algo que sabemos bien niños y adultos. Pero soy más defensor del juego: del juego como aprendizaje, como conexión a la realidad como desconexión de la misma; del juego mental, manipulativo, guiado o inventado (¡qué gran alimento para la creatividad cuando es inventado!). Y si algo no puede faltar en el día a día de niños y niñas, eso es el juego.
Alrededor del 69% de los niños y niñas españoles supera el límite de tiempo máximo de exposición a las pantallas (60 minutos diarios según los expertos), porcentaje que alcanza un 84% en los niños de 1 a 3 años y un 88% en los menores de 4 a 6 años.
Revisemos la expresión “nativos digitales”, que presupone que los menores ya saben hacer un uso correcto de esos dispositivos por haber nacido en esta era. Nosotros, los adultos que los educamos y guiamos, somos quienes debemos explicarles que lo que se toma con mesura sabe mejor. Ganaremos todos, pero principalmente ganarán los niños y niñas: en salud mental, en creatividad, en imaginación, en desarrollo motor y mental, en resolución de problemas, en la toma de decisiones, en socialización, en diversión, en autonomía o en libertad, entendida esta como opuesta a la dependencia tecnológica que ahora mismo sufren miles y miles de adultos, niños y adolescentes.
Todos niños y niñas, sin excepción, tienen derechos que conviene que todos conozcamos. Pero por cada derecho hay, por lo menos, un deber. En ese equilibrio se basa nuestra relación con nosotros mismos, con las personas que nos rodean y con el mundo en el que vivimos. En el aniversario de la Convención de los Derechos de la Infancia, hemos de plantearnos qué puede hacer cada uno de nosotros para que se cumplan los derechos de niños y niñas.
En estos años, millones de niños han dejado de serlo y ahora son adultos para los que la infancia es un elemento secundario. Por eso hemos de hacer todo lo posible para que los sus derechos se traten en casa y en las escuelas, con el compromiso de que no los olviden cuando crezcan y se conviertan en adultos. Pero como los que me leéis aquí sois personas adultas, recordad algo: nosotros, que somos los que los educamos y cuidamos, hemos de ser los primeros garantes para que sus derechos se cumplan: que no haya ni uno solo que quede fuera ni una sola que quede invisible. Ese es nuestro reto, esa es nuestra misión.
“En cierta ocasión había estado unos días por Mallorca y regresé con cierto colorcillo. Llegué a clase y me dijeron todos:
—¡Qué moreno!
Entre ellos estaba Mr. Puyuelo, un niño de piel bastante clara. Se levantó y se quejó:
—¿ Y yo qué?
—¡Morenísimo! ¡Madre mía del amor hermoso! ¡Ven aquí ahora mismo!
Sin ser consciente en ese momento de cómo nos influyen las películas, le hice salir a la pizarra, lo coloqué de espaldas a la clase, aparté el cuello de la camiseta hacia abajo y grité emocionado:
—¿Habíais visto alguna vez una nuca como esta? ¿Alguien vio en su vida una nuca tan morena?
Y con aspavientos ceremoniosos acompañados de los aplausos de los niños le invité a enseñar su nuca a todos.
La influencia de Roberto Benigni y La vida es bella quedó patente en ese instante.
Para quien no lo recuerde, se trata de un fragmento de la película en el que Guido se hace pasar por inspector de educación para poder ver a Dora, la chica que le gusta y que es maestra. Guido se sube por las mesas, se pone la cinta entre las piernas, se levanta la camiseta para mostrar su ombligo… ¡y se va por la ventana! Lo que daría yo por que un inspector así nos visitara de vez en cuando. ¡Todos estaríamos deseando que llegara!”
Muchas veces, también entre adultos, escuchamos para responder, no para comprender. Y cuando estamos educando es importante recordar que niños, niñas y adolescentes tienen mucho que contarnos y que jamás lo sabremos si no les damos la oportunidad de expresarse.
A la acción de escuchar le da la mano la sensación de sentirse escuchado, y muchas veces eso lo cambia todo.
El diálogo es la llave hacia la convivencia: pregúntate qué has hecho hoy desde que te has despertado, qué harás mañana… ¡La mayoría de acciones que realizamos las hacemos rodeados de otras personas!
Somos seres sociales y el énfasis en la convivencia es básico para una educación integral.
Colegio de Panamá. Conferencia para Primaria y Secundaria.
Las puertas de las escuelas han de estar abiertas, ya no para que entren los niños y las niñas, sino para que sus ideas transformen el mundo.
Debemos tener la certeza de que lo que hacemos con niños y niñas va a traspasar los muros de las escuelas y va a tener un impacto en la sociedad, ya no cuando terminen de estudiar, sino hoy, y mañana…
A no ser que trabajes en un faro, vas a estar en contacto continuo con las personas que te rodean. En tu día a día o en el trabajo, una convivencia sana es esencial, partiendo de la capacidad humana para relacionarnos: la empatía, la cooperación, el altruismo o la comunicación son características inherentes al ser humano, pero necesitamos desarrollarlas para mejorar nuestras habilidades sociales y relacionarnos de manera adecuada con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Eso es la Inteligencia Social.
La Inteligencia Social es aquella parte de la inteligencia relacionada con la capacidad de establecer conexiones sanas y productivas desde las que existe una co-responsabilidad. Una vez que esas conexiones se establecen de manera adecuada se garantiza el equilibrio en la convivencia, sea en la vida personal o en el ámbito laboral.
Se tienen en cuenta elementos tan sencillos como:
Predisposición para aprender
Cuando una persona está dispuesta a aprender de los que tiene alrededor es un indicativo claro de que quiere seguir progresando y que su interés por el conocimiento sigue creciendo.
Escuchar
Muchas veces escuchamos para responder, no para comprender, y la escucha es la base de las relaciones humanas y de nuestro crecimiento personal.
Observar
Tenemos que pararnos un momento para observar qué hay a nuestro alrededor, y ver cómo influimos en lo que nos rodea o cómo lo que tenemos cerca nos influye a nosotros.
Tener conciencia del lenguaje y de cómo lo usamos
Tanto las palabras como los gestos son nuestra vía de comunicación con otras personas. Saber el impacto que tienen y saber interpretar y dominar gestos y palabras nos ayudará a mejorar la comunicación y las relaciones con los demás.
Trabajar en equipo
Todas estas son cualidades esenciales para lograr un trabajo en equipo eficiente: una buena comunicación, confianza en los otros componentes y el conocimiento de uno mismo y del lugar donde se encuentra. Además, en el trabajo en equipo todas y cada una de las habilidades de los integrantes son complementarias, y en su diferencia está la riqueza.
¿Un taller de Inteligencia Social?
No cabe duda de que, como seres sociales que somos, nuestro bienestar social depende de nuestra interacción con los demás. Así pues, en la vida diaria es una herramienta fundamental, y en el trabajo es igual de importante: no solo para conseguir mayor productividad y mejores resultados, que también; pero, sobre todo, para mejorar el clima laboral, aumentar la motivación y la implicación del equipo o propiciar la retención del talento, o para conseguir afianzar el sentimiento de pertenencia. Todo esto solo se consigue si establecemos un ambiente de trabajo sano. Recuerda que todos los seres humanos tenemos el deseo de sentirnos queridos, escuchados y útiles.
Sabemos el punto de partida, y es que todo es mejorable. Ahora bien, ¿puedo hacer algo desde lo individual? ¿Tengo que depender siempre de lo que sugieran las administraciones o realmente también depende de mí comenzar a mejorar las cosas?
Cuando uno es consciente de la situación puede comenzar a cambiarla. Y no hay lugar mejor para empezar que el propio espacio donde pasas gran parte de tu vida. Date un paseo por tu escuela: recorre las aulas, los pasillos o el patio. Imagínate en tu casa, analiza lo que ves en todas tus habitaciones: la cocina, el dormitorio, el baño, el salón… Fíjate en esa bombilla, en el discurrir del agua, en la etiqueta de tu camiseta o en la comida que tienes en la nevera. Observa bien lo que tienes y piensa, cuando lo mires, qué haces con ello. Piensa en esa bolsa de basura que dejas en la puerta cada noche para que alguien la recoja (o si la echas al contenedor). Al día siguiente mágicamente ha desaparecido. Pero no, no desaparece, como tampoco puede desaparecer de nuestras mentes el proceso que todos esos desechos siguen a partir del momento en que los separas de tu vida.
Ese pensamiento es el que debe acompañarnos en nuestras acciones diarias. Descubrir aquello que forma parte de nuestra vida y entenderlo mejor: ahí sí podremos decir que las cosas empiezan a cambiar. Y créeme, tu pequeña contribución junto a otras pequeñas acciones de otras personas, definitivamente marcan la diferencia.
Hace unos días estuve en Valencia, impartiendo un taller de creatividad que asociamos a las asignaturas de Contabilidad Financiera, invitado por la profesora Paloma Merello. Durante dos horas, el alumnado universitario de primer curso de estas asignaturas se acercó al mundo de la creatividad e hicieron uso de esa herramienta fundamental que todos llevamos dentro.
¡Fue un verdadero placer compartir esa mañana en vuestra facultad!
Hace poco tuve la fortuna de compartir un par de días con el doctor Juan Antonio Ortega, pediatra, Jefe de la Unidad de Salud Ambiental del Hospital Virgen de la Arrixaca y Presidente Sociedad de Pediatría del Sureste. Un referente a nivel internacional en Salud Medioambiental.
Presentaba mi libro Educación sostenible en Cartagena (con el Ampa Narval e ISEN Universidad) y en Murcia (con la FAPA Regional Juan González), y el diálogo que se creó a partir de la presentación fue increíble. ¡Hay tanta relación entre medioambiente, salud e infancia!
Visité el Colegio Narval y también ISEN Universidad, en esta última para hablar con chicos y chicas que pertenecían a un grupo de lectura y que se habían puesto como misión promover el placer de leer. ¡Me encanta conocer gente comprometida!
Al día siguiente, en Murcia, conversamos con el público que se dio cita en Puertas de Castilla. Se dio la circunstancia de que la conferencia tenía lugar en una sala en la que se exponían los estragos que está viviendo el Mar Menor. Muy emocionante. Es necesario, obligatorio actuar cuanto antes. Cuando hay dos caminos, acción e inacción, solo cabe dar un paso y comenzar a caminar juntos por el primero.
Abre los cajones de tu casa y búscala. Si no la encuentras, sube al desván, aparta las sábanas de los viejos muebles y no pares hasta hallarla. Y si no ha habido suerte, vístete con lo primero que pilles, sal a la calle y no pares hasta conseguir comprar una libreta.
La libreta es un equipaje de mano fundamental, es una memoria externa fantástica. Y un motor maravilloso para aumentar tu creatividad, porque teniendo una libreta cerca usarás la cabeza para pensar en cosas, no para recordar cosas.
Lleva una libreta siempre contigo. Siempre.
Si ves una escena curiosa, apúntalo. Si escuchas alguna frase o comentario estrafalario en el bus o en el metro, apúntalo. Si un dibujo te llama la atención por algo, no lo dejes escapar y anótalo. Y aunque a los días lo leas y no te diga gran cosa, ni se te ocurra borrar nada. No debemos deshacernos de algo que ya hayamos apuntado porque más adelante puede sernos útil.
Los psicólogos dicen que llevar una libreta encima es un ejercicio muy bueno para mantener tus habilidades cognitivas en perfecto funcionamiento a medida que te haces mayor. Así que a muchos os va a venir muy bien. A otros, que somos extraordinariamente jóvenes, también nos vendrá bien, seguro 😉
Además, el papel es, aún hoy, la técnica más utilizada en el mundo para el diseño de prototipos. Así que si has pensado cómo mejorar unas zapatillas de estar por casa, o un fregona, o cómo hacer para que la cal de las gotas de agua no manche la mampara de la ducha, ten siempre a mano esa libreta.
Si ha venido una idea a tu mente y no tienes una libreta a mano, lánzate a coger una servilleta de papel y pídele un boli al camarero del bar más cercano: ¡en segundos y en cuanto te despistes con otra cosa, esa idea de genio habrá desaparecido!
El sueño y la libreta, inseparables
¿Y no te ha pasado alguna vez que te despiertas súbitamente porque has tenido un sueño con una idea única, o en el que aparecen seis números que te crees que te van a sacar de pobre? Puedes aprovechar el poder creativo del sueño y, con tu maravillosa previsión, solo tendrás que dar la luz y anotarlo en la libreta que vas a tener siempre sobre tu mesita de noche. Numerosos científicos afirman que en el sueño es mayor la probabilidad para que las imágenes que aparecen sean ideas originales. En esos momentos, el inconsciente se manifiesta con más facilidad pues los bloqueos existentes en la consciencia desaparecen. ¡No permitas que esas ideas se evaporen! Y aunque esos seis números no sean los ganadores de la Primitiva, siempre puedes unirlos con puntos a ver qué figura sale.
Y una utilidad tremenda que no debe pasar por alto: llevar una libreta contigo te hace fijarte en las cosas que suceden a tu alrededor y prestar más atención al mundo que te rodea y que existe más allá del móvil. Levantas la cabeza y ahí están, donde siempre estuvieron, todas las cosas, todas las personas que un día cambiaste por una pantalla de cinco pulgadas que te prometió una mejor comunicación con los tuyos.